Conseguir la igualdad entre los sexos es tarea difícil, aunque no imposible. Con estos escritos intento equilibrar la balanza y reconocer los méritos de muchísimas mujeres a lo largo de la historia, a la vez que analizar de dónde proceden tales desigualdades y así entre todos, hombres y mujeres, mujeres y hombres, luchar por un mundo más justo.

domingo, 27 de marzo de 2011

El feminismo, un movimiento de mujeres.

Había razones de peso para que este movimiento fuera solo de mujeres. En los años en que se desarrolla el movimiento, la práctica social estaba completamente dominadas por los hombres, prueba de esto tenemos el movimiento estudiantil y el sindical. La opinión de las mujeres apenas se tenía en cuenta, sus intervenciones en diversos espacios, eran examinadas con lupa y criticadas si no eran especialmente brillantes, en cambio los varones podían disparatar impunemente. Tenían falta de confianza en sí mismas y antes de hablar lo pensaban tanto que cuando querían intervenir ya había se pasado el turno. Para modificar este aspecto había que adquirir conciencia de su propia capacidad, de su propia valía y de su propia fuerza para hacerse oír. Pero el ambiente tan masculino era muy poco propicio. Otra razón era reunirse entre mujeres para intercambiar experiencias y reflexionar sobre su situación en los diversos ambientes donde se movían. Establecer cuáles son sus exigencias y reivindicaciones, crearse autoconciencia. Además era importante hacerse visibles como fuerza colectiva y aparecer ante la opinión pública como sujetos de derecho demostrando su individualidad y la mayoría de edad. Pero junto a estos argumentos se sostenía otro muy común en el movimiento feminista, de que los problemas de mujeres solo lo entienden mujeres, pues son ellas las que los sufren. Esto en el fondo es un error del movimiento. Primero porque los movimientos en pro de la justicia, la igualdad y contra la opresión se basan en la capacidad humana de solidaridad y empatía.


Hombres y mujeres en definitiva se sitúan enfrentados o bien en caminos paralelos. La situación se agrava cuando el movimiento se centra en la denuncia de la violencia apareciendo los hombres como responsables, aunque se intentó no culpabilizar a todos, sino a individuos machistas. Ocurrió que muchos hombres que podrían haber sido un apoyo a la causa se sintieron rechazados e incluso aliviados por dejar las reivindicaciones feministas en manos de las mujeres. Así se llega a que en las manifestaciones por violencia son casi siempre de mujeres lo cual produce la impresión de que los hombres ven estas conductas con cierta permisividad. El reto es la lucha conjunta para conseguir una sociedad igualitaria donde todos/as tengan las mismas oportunidades y derechos.




Bibliografía: PALOMA URÍA. El feminismo que no llegó al poder.

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