Las mujeres continúan siendo asesinadas por sus compañeros
sentimentales. Incluso los físicamente disminuidos se atreven con ellas, lo
cual demuestra que este problema no es cuestión de fuerza física sino de ideas
equivocadas, ideas machistas que a través de la educación siguen arraigando en la mente de los niños. A
pesar de las evidencias, se piensa que en nuestra sociedad reina la igualdad y
la justicia entre sexos, y a veces ponemos resistencias para una educación o
pensamiento igualitario. Esas resistencias se manifiestan en frases repetidas
como: “no hay diferencias entre hombres y mujeres” o “somos diferentes por
naturaleza”, “aquí esto no pasa”, “las
mujeres están discriminadas en otros lugares, pero no aquí”, “esto pasaba antes", "los hombres tienen la culta de todo", "las mujeres son las culpables porque educan a los hijos"...
Nos cuesta pensar que
hemos estado discriminadas y hemos tenido que hacer renuncias, a pesar de la actual
presencia femenina en casi todos los espacios. Pero podemos comprobar que el
mundo laboral no es igualitario, los
reconocimientos tampoco y las exigencias
estéticas difieren claramente de ambos sexos.
Otra idea que a veces pensamos es que el machismo es igual
que el feminismo, que son los dos extremos indeseables, pero eso demuestra que
se ha profundizado muy poco en la historia del feminismo y que parte de la
sociedad lo encuentra desacreditado.

Por otro lado el uso de un lenguaje no sexista es
inapreciable en los medios de comunicación y en la vida cotidiana. En este
aspecto,
hombres de letras se muestran recelosos de su imposición en la
sociedad y manifiestan su disconformidad con el cambio que puede producir un lenguaje
no sexista.
Pienso que aprovechando esta crisis económica y la
modificación de ciertas bases establecidas en la sociedad se podría intentar cambiar algunos
aspectos que hacen de nuestro mundo un lugar injusto.
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