La vida de Sorolla no se entiende sin su mujer: Clotilde García del Castillo, a la que conoció siendo un niño. La obra del pintor está repleta de pinturas y dibujos dedicados a ella, como fuente de inspiración artística. En los sesenta años que permanecieron juntos, Sorolla nunca soportó muy bien las ausencias a las que obligaba su trabajo. Según consta en las cartas que le enviaba.
Clotilde era menuda y esbelta. La mujer más retratada en la historia del arte. Cualquier ocasión era buena para conseguir su imagen: sentada, recostada, desnuda, en la playa, con sombrero…Incluso cuando los compromisos profesionales lo desbordaban, encontraba un remanso de paz reflejando su figura.
Ella se ocupa de todos los asuntos administrativos, sociales, y económicos. Atiende la correspondencia y a celebridades que se quieren poner en contacto con su marido: Alfonso XII, Unamuno, Ortega y Gasset…entre otros.
Existen cartas en las que el artista se expresa en estos términos:
-“los hijos son los hijos (…) pero tú eres mi
carne, mi vida y mi cerebro…”
-“Pintarte y amarte, eso es todo ¿Te parece poco?'
- "Ando cojo, me falta tu sereno juicio y tus apasionados
besos. Dios quiera que algún día estas excursiones artísticas las hagamos
siempre juntos."
“No entiendo esa manía que me ha entrado de no poder
vivir sin los mios.”
La viuda del nieto del pintor, Beatriz Boyer
reconoce en una entrevista publicada en un semanal que la relación entre el
matrimonio siempre fue maravillosa a juzgar por la correspondencia. “Escribía a
Clotilde cada día y le ponía flores en los sobres” a veces incluía dibujos de
la gente que tenía alrededor y lo comentaba. Si las cartas con noticias de su familia tardaban, Sorolla se desesperaba, tenía terror de que a su familia le ocurriera
alguna desgracia.
Cuando la salud
le falta, Clotilde lucha por su recuperación y solo se rinde cuando comprueba
que no reacciona a la luz de la
Malvarrosa. Después ella se dedica a transformar en museo la que fue su hogar durante años.
Maternidad |
Hasta octubre se puede visitar una exposición dedicada a Clotilde en el Museo Sorolla de Madrid o hacer una visita virtual muy interesante: http://museosorolla.mcu.es/
Otras fuentes:
Francoise Sabbah. El sueño de un maestro. XLSemanal, 8-Julio 2007.
4 comentarios:
Estuve en Madrid hace poco y vi la exposición que comentas en el Museo Sorolla. Preciosa, como todo el museo. Se demuestra que ningún hombre es nada si no tiene una mujer a su lado, mientras que la mujer siempre es de gran valor por sí misma.
Es lo que pretendo demostrar. En todos los tiempos ha habido mujeres valerosas, muestra obligación como humanistas, es investigar para dejarlas en el lugar que les corresponden y a la vez que sirvan de ejemplo para el resto de las mujeres. Yo simplemente intento aportar un granito de arena con estos escritos.
Gracias Maria del Mar por tu opinión. Un beso.
Grande él, grande ella, el uno para el otro eran lo único.
Así es, nadie por sí mismo se encumbra. Siempre hace falta alguien que le da su brazo, que le tiende la mano o que le presta su hombro. Cuando alguien alcanza éxito, debería figurar en su biografía todos lo que perecen a su paso y que por supuesto no figuran en ningún sitio.
Un saludo Sergio y gracias por tu comentario.
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