Conseguir la igualdad entre los sexos es tarea difícil, aunque no imposible. Con estos escritos intento equilibrar la balanza y reconocer los méritos de muchísimas mujeres a lo largo de la historia, a la vez que analizar de dónde proceden tales desigualdades y así entre todos, hombres y mujeres, mujeres y hombres, luchar por un mundo más justo.

domingo, 13 de octubre de 2013

Micromachismos de crisis

MICROMACHISMOS DE CRISIS
Se utilizan en momentos de desequilibrio o disfunción de la pareja, como el aumento de poder personal de la mujer por cambios en su vida, o pérdida de poder del varón por desempleo o limitación física. Estos cambios se producen cuando la mujer reclama mayor igualdad en la relación, algo que obligará al varón a modificar sus hábitos de  superioridad. Para recuperar su satatus quo, utilizará maniobras como estas: 

*      Hipercontrol sobre las actividades, tiempos y espacios de la mujer frente al temor de que su aumento de poder real o relativo, pueda dejarlo a él en un segundo plano o inferiorizado. 
     Seudoapoyos que se anuncian sin llevarse a cabo y no se ayuda a la mujer a repartir la carga doméstica y tener más tiempo.
*      Resistencia pasiva y distanciamiento utilizando la falta de apoyo de la mujer en ese momento. Amenazas de abandono distanciamiento o infidelidad. 
*   Rehuir la crítica y la negociación ante el reclamo de la mujer solicitando actitudes más igualitarias, se acompañan de culpabilización hacia el cambio femenino ¿Por qué debería cambiar si tú cambias? Sería una de las frases.
*     Victimismo. El varón se declara víctima inocente de los cambios y “locuras” de la mujer, con el fin de intentar doblegarla. Si él decide algún cambio lo vive como un sacrificio, esperando ser aplaudido y frustrándose si no lo hacen: ¡A ti nada te conforma! Es la frase manipulativa.
*      Darse tiempo para alargar el tiempo de decisión en los cambios reclamados, dilatando la situación de injusticia relacional. Es una maniobra de poder, ya que obliga a la mujer a someterse a los tiempos y deseos del hombre. Este conserva el poder de decisión para elegir el momento del cambio: ¡Ya hablaremos!, ¡Ya veremos!... Otro modo es la negativa ante una ayuda terapéutica.
*      Dar lástima para que la mujer ceda, buscando aliados que comprueben lo bueno que es él y lo mala que es ella. Enfermedades, autolesiones…etc. Apelan a la predisposición femenina de cuidado y le inducen a pensar que sin ella él podría acabar muy mal.

    EFECTOS DE LOS MICROMACHISMOS
    -En las mujeres:
    Agotamiento de las reservas emocionales generando una actitud defensiva o de queja ineficaz por el sentimiento de derrota que producen.
·   Deterioro de su autoestima, desmoralización, inseguridad, y disminución de la capacidad de pensar.
·    Disminución de su poder personal y parálisis de su desarrollo personal.
·   Malestar difuso, irritabilidad crónica y hartazgo de la relación de lo cual se autoinculpa al no percibir que son producidos por presión externa y que son motivos de consulta en Centros de Salud. Dicho malestar suele atribuirse a exageración de “ciertas características femeninas”.

     -En los varones:
    Conservación y aumento de su posición de poder y un desinterés por las necesidades y derechos de la mujer.
·   Afirmación de su identidad masculina basada en la creencia de su superioridad sobre la mujer.
·   Aislamiento receloso creciente, ya que el dominio no asegura el afecto, solo genera aumento de desconfianza hacia la mujer, a la que no puede controlar totalmente.

    -En el vínculo producen:
·    Encarrilamiento de la relación hacia los intereses del varón, favorecidos por la cultura patriarcal de aceptarlo tal y como es, y que a lo sumo lo traten con sus “armas ocultas”. Así se van creando condiciones para la disponibilidad de la mujer hacia el hombre, no al contrario. Esto permite que predominen las situaciones que el varón desea y la perpetuación del desequilibrio de poder y disfunciones en la relación. Muchas mujeres suelen decir: ¡Cómo no voy a ceder, no voy a estar peleando siempre!
·   Etiquetar a la mujer como culpable del deterioro del vínculo cuando ella desea igualdad y él se la niega. A veces la mujer percibe que “algo anda mal” pero el varón lo niega. Al no aclarar las causas, ella por mandato de género tiende a autoinculparse y él que no se reconoce como dominante, parece inocente.
   Guerra fría con la transformación de la pareja en adversarios convivientes y empobrecimiento de la relación, creando situación propicia para otros abusos y violencias.

 CONSIDERACIONES FINALES
Las mujeres se alegrarán de entender mejor las maniobras en las que se ven involucradas, pero soportarán menos reconocer su propia subordinación, por lo que muchas veces, tenderán a seguir resposabilizándose de lo que es solo responsabilidad masculina, ya que al menos eso mantiene la creencia de tener algún poder sobre la relación.
Los varones no aceptarán de buen grado lo que en ellos permanece de la atávica dominancia masculina. La transformación se basa en reconocer y aceptar estos hechos. Por eso, nombrar es uno de los modos de hacer "visible lo imperceptible".Describir y clasificar los micromachismos nos lleva a que puedan ser transformados y anormalizados, esto es, considerar que sus efectos no son triviales y que deben ser incluidos en prácticas de violencia de género para tratar de erradicarlos. Anormalizarlos también porque “…si se perciben aisladamente se juzgan como intranscendentes sin evaluar el daño que producen por reiteración y su capacidad de ser caldos de cultivo para otras violencias.” Nombrarlos supone un análisis crítico de lo cotidiano y de los comportamientos de seudoigual que circulan en nuestra sociedad.
En conveniente detectar sus efectos ya que disfunciones emocionales e inseguridades están provocadas por los micromachismos, y hace que los profesionales en salud los achaquen a problemas personales o "exageraciones" femeninas.

Aunque las consideraciones finales son más extensas, he decidido terminar con estas palabras textuales del autor, y por supuesto, recomiendo leer el original.

 “Alertar sobre su existencia y frecuencia supone también criticar las creencias que las violencias de género son solamente sus formas más dramáticas y que sólo la ejercen algunos varones. Como hemos visto, los micromachismos también son violencia de género y son comportamientos habituales en todos los varones: la violencia no es sólo cosa de otros, sino también de nosotros (varones). Reconocer esto supone que los varones que creemos en la igualdad, debemos hacer algo más que acompañar a las mujeres en sus reclamos y adaptarnos con esfuerzo a los cambios femeninos: debemos cambiar también nosotros. Por esto último, nombrar los micromachismos debería servir para contribuir a que los varones que no se reconocen en el ejercicio de la violencia mayor, que tienen una ética de justicia y respeto, no ignoren las propias maniobras de dominio y dominación cotidianas.

Para concluir: sería un error deducir de todo lo que hemos descrito un juicio descalificador y una atribución de "maldad" hacia todos los varones. Lo que sí muestran estas líneas con claridad es una crítica a un modelo masculino tradicional que se basa en creer que el varón es superior, que provoca daño a las mujeres y que tampoco es humanamente provechoso para los varones, que quedan, para defenderlo, cada vez más atrapados en el pasado. De este modelo derivan las violencias de género entre las que están los micromachismos. De estas violencias los varones son responsables, las mujeres no son responsables y por tanto sólo a ellos les corresponde intentar modificarlas por sí mismos si desean relaciones igualitarias y cooperativas con las mujeres. Ellas sólo podrán presionar pero no cambiar lo que ellos no quieran.