Conseguir la igualdad entre los sexos es tarea difícil, aunque no imposible. Con estos escritos intento equilibrar la balanza y reconocer los méritos de muchísimas mujeres a lo largo de la historia, a la vez que analizar de dónde proceden tales desigualdades y así entre todos, hombres y mujeres, mujeres y hombres, luchar por un mundo más justo.

martes, 1 de noviembre de 2011

Mujeres en la Ilustración

La Ilustración fue para los hombres. Excepto algunos filósofos, la mayoría pensaba que las mujeres eran inferiores física e intelectualmente.
Rousseau se ocupó del papel de las mujeres en la sociedad y creía que la naturaleza ya establece las diferencias, por tanto la educación debía adaptarse a esas diferencias naturales que situaban a las mujeres al servicio de los hombres.


Otros sin embargo, seguían las ideas de Locke y defendían que el papel subordinado que tienen las mujeres en la sociedad no es por naturaleza, sino el resultado de una tradición y una educación deficiente. Pero a pesar de estas controversias lo que predominaba era la idea de Rousseau y el siglo XIX se verá influido por un mundo separado: los hombres en el mundo y las mujeres en la esfera doméstica. Freud identificaría en este aspecto la principal causa de neurosis femenina.


Algunas voces se levantaron en contra de la opresión de la mujer, entre ellas la de Mary Wollstonecraft (1759-1797) que para contrarrestar las ideas vertidas por Rousseau dice:
”…si los hombres luchan por su libertad y se les permite juzgar su propia felicidad ¿No resulta inconsistente e injusto que subyuguen a las mujeres, aunque crean firmemente que están actuando del modo mejor calculado para proporcionarles felicidad? ¿Quién hizo al hombre el juez exclusivo, si la mujer comparte con él el don de la razón?



El pensamiento y el objetivo de esta filosofa se podría condensar en el siguiente texto:
"Si la sabiduría es deseable por sí misma, si para que la virtud merezca ese nombre debe fundamentarse en el conocimiento, esforcémonos por fortalecer nuestras mentes mediante la reflexión hasta que nuestras cabezas sean el fiel de nuestros corazones; no limitemos todos nuestros pensamientos a las ocurrencias diarias o nuestro conocimiento al corazón de nuestros amantes o maridos, sino que subordinemos la práctica de cualquier virtud a la más importante, que consiste en perfeccionar nuestras mentes y preparar nuestros afectos para un estado más elevado."